Llegamos a Nagoya a las 9 de la mañana, el calor húmedo nos golpeó en la cara nada más salir del avión, tomamos el tren, entramos en un vagón cualquiera y nos sentamos en unos asientos que no nos correspondían (sin querer). El vagón iba casi vacío pero una señora llegó y se sentó al lado de Iván (le habrá caido bien, pensamos) . Después, entró un señor y empezó a dar vueltas por el vagón y a mirar mucho a Kristian, que extraño! Al rato llegó el revisor y nos explicó que el asiento de Kristian estaba reservado para ese señor, de hecho todo el vagón estaba reservado. El pobre señor no se atrevió a decirnos nada! A partir de entonces nos fijamos siempre en el letrero de "Reserved" antes de subir al tren. Que verguenza pasamos.
Unos días después, estabamos en Kyoto, otra vez con la "empanada mental" que no caracteriza, tomamos el shinkansen para ir a Osaka y nos subimos al Nozomi, que es el más rápido y el único de los trenes bala que no podemos utilizar con JR pass. Nos cayó una buena bronca (menos mal que sólo fue una bronca), lo bueno es que llegamos en 10 minutos. Otra vez que verguenza.
Como el karma no perdona, el día que fuimos a Hiroshima desde Osaka, tomamos el Kodama, que para en mil estaciones y tardamos unas cuatro horas en llegar. A la vuelta tomamos el Hikari, con muchas menos paradas, y tardamos sólo dos horitas. Definitivamente comprendimos que el Hikari siempre es la mejor opción.